Todas estas historias entran en la categoría de personas que parecen no tener los medios para obtener lo que quieren pero que rechazarían algo a buen precio solo porque no es perfecto para ellos. En realidad, esto tiene un poco de lógica. Imaginen que alguien va a un patio de comidas y le pide a cada mesa un plato de comida gratis. La gran mayoría, en el mejor caso, dirá que no, y es probable que algunos lo llamen loco y le pidan que se vaya. Pero esa persona no necesita que todos le den una comida gratis: solo necesita que uno lo haga.
Entonces, al intentar esta estrategia ridícula, es probable que encuentre al menos una persona que le dará lo que quiere. Quizás esto sea molesto para la mayoría de nosotros, dado que las personas promedio quieren ayudar y ser amables y se sentirán mal al decir que no. Pero, generalmente, es una pérdida de tiempo que podrían usar para hallar o adquirir el dinero necesario para comprar un plato de comida. En este artículo, tenemos un tipo especial dentro de ese grupo de personas: no aquellas que juegan con las probabilidades, sino las que, por alguna razón imperceptible, creen que tienen derecho a algún tipo de trato especial.
